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AESE insight #130 > Thinking ahead

Artigos e Recomendações de leitura

Rafael de Lecea

Professor de Política de Empresa da AESE Business School 

La humildad como criterio de gestión

El maestro Riccardo Muti es uno de los mayores directores de orquesta de todos los tiempos.

En el agradecimiento, con motivo de la entrega de un premio, decía que el compositor escribe la música, los músicos producen el sonido, así como los cantantes, y entonces… “¿Qué hago yo?”

“Tiendo a sentirme deprimido, porque he dedicado mi vida sólo a mover las manos”. Contaba que uno de sus maestros, de la escuela (que él llama “básica”) de Toscanini, le recomendaba: no te preocupes, tu, simplemente, mueve los brazos… y algo sucederá.

Esto es lo que Muti le había explicado pocos días antes a un policía amable: si quieres dirigir, como yo, por ejemplo, los únicos dos movimientos de la Sinfonía Inacabada de Schubert, “sólo es necesario mover un brazo y trazar un triángulo en el aire, hacia la derecha, una sola vez, conseguir una expresión seria y, en algunos momentos, levantar la mirada al cielo para transmitir una gran inspiración y que esto conmueva al público”.

Con esto, podrás pasar a ganar, como yo, decía Muti, en una noche, lo mismo que ahora ganas en un año como policía.

El maestro se despedía, ya en serio, diciendo que la verdadera dificultad es cautivar el alma de los músicos para que, a través de sus manos, llegue a los instrumentos y se produzca la melodía y luego ese recorrido alcance al público.

¡Como en los equipos de gestores!

“Yo estoy en la mitad de ese aprendizaje, decía Muti, en medio del río, y estoy seguro de que nunca llegaré a la otra orilla, donde, detrás de las notas, habita el infinito, o sea Dios. Y nosotros somos demasiado pequeños para alcanzarlo”.

Quizá sea cuestión de la edad – que los bienintencionados llaman “madurez” – pero me encuentro cada vez más con personas que, aparentemente, lo saben “todo”.

Y lo más sorprendente es que muchas pretenden saber “todo, de todo”.

Recientemente escuchaba al CEO de una aseguradora, con un magnífico perfil financiero, explicar, y corregir, a los cirujanos de su hospital, sobre cómo hacer una determinada operación quirúrgica.

Creo que, con esa actitud, Muti no habría pasado de ser un elegante director de banda de pueblo.

La humildad es creativa, la soberbia es estéril.

Ante la toma de decisiones por parte de los gestores, la humildad de pensar que no lo sabemos todo, abre puertas y ventanas a consejos y opiniones de otras personas que podrán mejorar nuestro criterio y, en cualquier caso, aumentar las probabilidades de éxito de la decisión empresarial.

Este gran Papa que tenemos hoy ha dicho sabiamente que “la humildad es ser libre de uno mismo”1)

En gestión de empresas, la humildad supone la consciencia de que hay problemas por resolver, decisiones que tomar y que, muy probablemente, uno mismo, no posee la totalidad de la técnica y de la experiencia necesaria para alcanzar el éxito.

Y la gran noticia es que, casi seguro, en nuestra empresa, en nuestro equipo, en los consultores de apoyo, en el sector o las escuelas de negocios, existen personas que – si les pregunto – pueden ayudarme a tomar mejores decisiones.

Exactamente eso nos contaba Risto Siilasmaa, CEO interino para el rescate de Nokia (2012), en la IESE Global Alumni Reunion en Nueva York: ante una decisión importante, quiero que tengamos estudiadas las otras opciones, incluso las más improbables, para que, si inesperadamente, esos escenarios se acaban dando, estemos mejor preparados para afrontarlos. “Y en Nokia sabemos bien que los cambios inesperados, suceden”.

Lo malo es que el directivo soberbio no es consciente de su actitud. Y de la limitación que supone. Lo atribuye todo a las virtudes de su propia personalidad que, piensa él, le capacitan para decidir solo. En eso consiste la soberbia.

Cuando Sócrates dice “solo sé que no sé nada” reconoce que la propia ignorancia es la base de la sabiduría, que no consiste en acumular conocimiento, sino en tener conciencia de los propios límites intelectuales. Y esto anima a la búsqueda de la verdad a través del cuestionamiento y la duda.

Confieso que en mi carrera profesional he hecho lo posible por aprender mucho de muchas personas, altos directivos, compañeros de trabajo, profesores, de muchos de mis alumnos de la AESE, y, muy especialmente, de mis clientes.

En Política de Empresa decimos que, para definir el futuro que queremos, siempre sembrado de incertidumbres, los clientes son los únicos que nos pueden dar pistas de lo que nos pedirán en los próximos años, confirmando, o cambiando, los productos y servicios que hacemos ahora mismo. Los clientes son un factor clave en la definición de una estrategia.

En esa línea de conocimiento de una realidad que a veces está muy lejana de la vida de los gestores, también he aprendido, con muchas brillantes sorpresas, de personas inesperadas, como agentes de seguros perdidos en la helada Patagonia, o de las mujeres que dirigen los ranchos en las viñas de Portugal.

El conocimiento y el talento están, afortunadamente, muy dispersos, y la humildad es la inteligencia de saber ir a buscarlos.



1) Y ha llegado a definir a la Iglesia Católica como “taller de humildad” (Angelus 31.08.2025).

Liderança Transformadora: Uma Abordagem Integrada Centrada na Pessoa

Cátia Sá Guerreiro
Professora de Fator Humano na organização e Diretora do Programa GOS | Gestão das Organizações Sociais e do Programa OSA l Líderes no Feminino

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